Estaba completamente aturdida. Era como una extraña mezcla alcohólica de costumbre y cansancio que amargaba mi boca. Un cóctel más que no terminaba de encajar en mis gustos, contradictoriamente: era adictivo y narcotizante. Yo permanecía de espaldas frente a un espejo, aunque eso no pareció importarle. Alzó su copa de vino a modo de saludo y, con una mirada fría y austera, rebotó del reflejo de cristal a mis ojos, y mi mirada, seria y sorprendida la recibió con un parpadeo que viajó hasta los suyos.
22/12/09
Publicado por Le Petit Chaperon Rouge en 12/22/2009
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1 comentario:
que amargo y soñoliento :)... vivencia personal?? tururuuu!! jajaja :D un beso Tam!! :D
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